La primera gran diferencia es que una tarjeta de crédito virtual no viene en una forma física. En su lugar, se trata de un único número de 16 dígitos virtuales MasterCard o Visa. Cada nueva compra que realice genera un nuevo número con el que se realiza su compra. De esta manera, una tarjeta virtual es completamente segura, ya que con la generación de nuevos números, es imposible de robar. Incluso si un ladrón consigue algún número de tarjeta de crédito, no podría utilizar para hacer otra compra o vincular el número de vuelta a su información personal.
Las tarjetas virtuales ofrecen a las personas o empresas un mayor control sobre el gasto y la visibilidad del dinero. Desde una perspectiva de control, una tarjeta virtual puede tener un límite de gastos en dólares o una fecha de vencimiento en particular. Incluso se puede restringir a ciertos tipos comerciales.
En esta época, cuando el robo de información como números de tarjetas de crédito y sus datos personales, es una amenaza real, es importante que las personas y empresas tomen medidas para maximizar la seguridad de su información financiera. Una tarjeta virtual logra este objetivo al cambiar el número de tarjeta de débito por cada transacción, lo que elimina en cierto modo los riesgos de ladrones cibernéticos.
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